Dos exposiciones simultáneas, en la Colección Fortabat -donde además hay programadas otras dos entre julio y diciembre- y en la galería Ruth Benzacar, presentan un panorama de la obra de Gustavo Marrone, un artista “esquivo” que tiene que mucho para mostrar y decir.

La exhibición que se presenta en la Colección Fortabat, con curaduría de Roberto Amigo y Nicolás Cuello, se trata de la primera de tres sucesivas: la actual, hasta fin de junio, y las dos siguientes durante el segundo semestre de 2024. El texto de ambos curadores arranca así: “Desde comienzos de los años ochenta, como durante su prolongada estadía en Barcelona, Gustavo Marrone (Buenos Aires, 1962) ha sido una figura esquiva del arte argentino. Esto no termina más es la primera exhibición que aborda con exhaustividad su obra, desplegando y contrayéndose en tres actos que, en su conjunto, abordan la complejización jocosa de lo moral, las pulsiones plebeyas del cuerpo y su concepción singular del lenguaje como materia.

Ideológicamente inestable, el primer acto, asume la subjetividad del artista en colisión con las instituciones, la sexualidad y la política desde la fuerza del bufón que se impone al poder con la imagen y la palabra, en el disfrute de la ambigüedad que facilita la burla”.

En la galería Ruth Benzacar se presenta una muestra de dibujos de Marrone, con curaduría y texto de Marina de Caro.

Página12 conversó con Gustavo Marrone y lo que sigue es parte de esa conversación:

-¿La imagen y la palabra son inseparables en tu obra?

-Para mí están unidas. En el caso específico del dibujo, podemos decir que la escritura es un dibujo; es la necesidad de afirmar. El texto y la imagen para mí son simultáneos, aparecen juntos: sin imagen no hay texto. Cuando estoy trabajando en el taller y escucho los delirios que salen de la radio, me dan ganas de responder y me salen esos textos y dibujos. En algún momento pensé que perdía el tiempo, pero de todos modos los guardaba. Hasta que me di cuenta de que para mí es un sistema de trabajo.

-La obra como contestación, casi como un diario en clave artística.

-Es como un diario, sí. Para mí la obra es la respuesta de la fricción con todo: con la sociedad, con el sistema del arte, con el trabajo, con la sexualidad. Caminás por la ciudad y tenés que estar continuamente buscando tu lugar, es una negociación constante. Frente a todo eso uno siempre es un sujeto débil, buscando estrategias de diálogo. No puedo pensar una obra sin pensar que está relacionada con algo que me está sucediendo. Mi obra siempre sale del humor, de la ironía y por supuesto, también, de la frustración.

En algún momento me di cuenta de que mi trabajo empezaba en el colectivo, cuando salgo de mi casa hacia el taller. Y todo lo que iba viendo, escuchando o imaginando se transforma en obra. En mi trabajo hay muchos temas cruzados, no podría decir que me enfoco en tal o cual tema. En todo caso esos ‘moldes’, esas ‘cajas’, achican. Por eso nunca sentí presiones, sino que hago lo que sale. Toda mi obra la hice por el hacer mismo, por necesidad. Rara vez tuve que cumplir encargos. Después, cuando me invitan a un lugar, es una circustancia, vemos cómo exhibirlo. Por otro lado mi formación fue en los talleres, en la búsqueda con los colegas, en hacer una obra como una respuesta a lo que va pasando.

Marina de Caro, por su parte, agrega:

-Nuestra generación trabaja más al borde porque recibió una herencia de pensamiento crítico: no compramos el sistema de un modo directo. Mantenemos cierta distancia. Estamos constantemente evaluando por dónde va la cosa, si va por ahí, por qué. Para muchos de mi generación el arte es una cosa y el sistema del arte es otra. Hay una zona en la que conviven y otra en la que no. Nuestra producción se explaya muchas veces en prácticas muy diversas. Y el sistema es un diálogo pero también hay cruces. En cambio los jóvenes nacieron en un sistema más desarrollado, con más posibilidades y están más preocupados por entrar que por mirarlo con ojo crítico. Por eso es muy pertinente la obra de Gustavo Marrone, que no corre detrás de ninguna agenda. Y si puedo ayudar a darle visibilidad a un artista, lo hago encantadísima. Al mismo tiempo es parte de mi mirada, lo que me gusta compartir. Me gustaría que se hable de esto. De cómo uno se define como artista.

* En la Colección Fortabat, -primera parte de una serie de tres muestras-; Olga Cossettini 141, de jueves a domingos, de 12 a 20, hasta fines de junio. En la galería Ruth Benzacar, Ramírez de Velasco 1287, de martes a sábado, de 14 a 20, hasta el 15 de junio.